El Torrey Canyon, el primero de los grandes superpetroleros capaz de transportar una carga de 120000 toneladas de petróleo, se hundió en el sur de la costa de Inglaterra en 1967, provocando un desastre ecológico.
Su último viaje partió de Kuwait, el 19 de febrero de 1967 completamente cargado de petróleo y alcanzó las Islas Canarias el 14 de marzo. Desde allí, continuó hacia el norte hasta que, el 18 de marzo de 1967, por culpa de un error de navegación, encalló cerca de las Islas Sorlingas, provocando uno de los mayores desastres ambientales en las costas de Inglaterra y Francia.
Este fue el primer gran vertido de crudo, por lo que no había ninguna planificación a seguir. Se intentó reflotar el barco, y un miembro del equipo de salvación falleció. Los productos químicos que se usaron para contener el petróleo tampoco sirvieron de nada debido a su fragilidad en alta mar y en un esfuerzo por incendiar el petróleo del buque y reducir el crudo vertido, el barco fue bombardeado con napalm y otros explosivos.
180 km de costas inglesas y 80 de costas francesas fueron contaminadas y murieron unas 15000 aves marinas, junto a una enorme cantidad de organismos marinos en los 380 km cuadrados que alcanzó la mancha de petróleo. Mayor aun fue el daño causado por el uso de detergentes para intentar controlar la mancha. Más de 10000 toneladas de sustancias químicas fueron utilizadas sobre el petróleo para emulsionarlo y recogerlo.
Este desastre condujo a una profunda reestructuración de las normas internacionales de navegación, sobre todo en lo referente a la responsabilidad civil de las compañías y a la prevención de desastres ambientales del mismo tipo.
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